
Hace décadas era una
excursión muy corriente para los niños jerezanos: las cuevas de la Sierra de
San Cristóbal. Ahora ni siquiera pertenecen al término municipal de Jerez, sino
al de El Puerto, pero el estado de abandono en el que se encuentra viene siendo
el mismo de antes. Cualquiera que pase por allí puede meterse y encontrarse con
los graffittis o una caja fuerte que han reventado allí algún grupo de
ladrones. Pero allí también hay otro tipo de 'graffitis' grabados en la piedra,
como por ejemplo las iniciales de un cantero de 1676, ya que estas cuevas en su
día fueron unas canteras de las que salieron las piedras para parte de la
Catedral de Sevilla, unas piedras que fueron llevadas Guadalquivir arriba, para
la actual sede del Parlamento andaluz, que era el Hospital de las Cinco Llagas,
parte de la Catedral de Jerez y muchos palacios jerezanos y portuenses.

Se trata de unas
canteras de pilares, porque se trabajaba no al descubierto, y con pilares para
sostener lo que había encima. Según explica el responsable del yacimiento de
Doña Blanca, Diego Ruiz Mata, "estas canteras se empiezan en época
medieval, siglos XIII y XIV, y a medida que se ha ido trabajando se han ido
abriendo más espacios, pero hay pistas para ver lo que son las canteras de
época fenicia".
En la actualidad se
conservan bien tres cuevas, dos en la zona militar y una en la necrópolis, que
es la que ilustra este reportaje. Es un impresionante espacio bajo tierra que
Ruiz Mata denomina "verdaderos Guggenheim o mejor por la historia que
tienen atrás y los maravillosos espacios que constituyen".
Ya en 1930 el
Ayuntamiento de El Puerto patrocinó un proyecto para la explotación turística
de estas canteras -denominadas entonces catacumbas- e incluso acudió a
visitarlas el rey Alfonso XIII. Pero luego llegó la República y el proyecto fue
olvidado en un cajón. El futuro de estas canteras, calificadas como "puro
arte moderno" por el desaparecido arquitecto canario César Manrique, pasa
por la conservación, protección y contemplación de una zona, enmarcable en el
conjunto de la sierra, de carácter paisajístico, arqueológico, histórico,
recreativo y educativo.
Consciente de esta
realidad, Diego Ruiz Mata tiene un proyecto que pondría en valor estas canteras
en el marco del parque cultural del Castillo de Doña Blanca, un proyecto que,
según explica el propio arqueólogo "está bastante completo. Este es un
tema que tiene varias proyecciones fundamentales: investigación, difusión,
proyección socioeconómica y creación de empleo. Junto con el yacimiento de Doña
Blanca serían trescientas hectáreas".

Pero la
Administración autonómica todavía no se ha decidido a tomar cartas en el asunto
y las cuevas de San Cristóbal siguen su proceso de degradación. Ruiz Mata
explica que "cuando vi estas canteras por primera vez en el año 80 me
enamoré de ellas como entorno arquitectónico. Son unos 20.000 metros cuadrados
de piedra calcarenita, una piedra que era muy fácil de extraer pero que,
expuesta al sol, adquiere una gran dureza. Era un negocio muy rentable".

El proyecto de Ruiz
Mata contempla una de las canteras pequeñas o una parte de una de las grandes
para enseñar la tecnología de una cantera en la antigüedad: técnicas de
extracción, herramientas... y por otra parte estaría la cantera como edificio
aprovechable para ser visitado por sí mismo y utilizable para distintos fines
culturales: exposiciones de pintura o escultura, conciertos, cualquier tema
relacionado con los espacios escénicos... "Alguna de las canteras más
pequeñas -dice el arqueólogo- podría incluso ser un lugar para tomar una copa o
un restaurante, todo con iluminación integrada".
Ruiz Mata incluso
llevó a César Manrique , autor de proyectos como el de Los Jameos del Agua en
Lanzarote, a visitar las cuevas a finales de los 80, "pero luego él murió.
Venía con empresas que iban a promover esto. La iluminación la estudió una
señora que proyectó la iluminación del Museo del Louvre, y también se
ofrecieron paisajistas, pero al final no se hace ni decide nada, y esto con el
tiempo cada vez se deteriora más."

No obstante, el arqueólogo reconoce que "de momento no hay peligro de que las cuevas se cieguen. Lo que ocurre es que cuando se construyeron los depósitos de agua se echó allí mucha tierra, y también se ha convertido en un sitio para echar basura". Para Diego Ruiz Mata, "si el pasado nos ha legado esto, o lo invertimos en el presente en términos sociales, culturales y económicos o no hacemos nada y dejamos que se hunda. O las aprovechamos para el disfrute y hacemos algo multifuncional o dejamos que siga en el curso de destrucción que el tiempo impone a toda obra hecha por el hombre. Ganaríamos en tener unos edificios antiguos aprovechables en términos sociales, económicos y turísticos, así que yo creo que la elección está clara. ¿Que la empresa privada también entra? Pues que entre, pero con un plan director de la Junta. La Junta tiene que facilitar y gestionar aquello que sea posible y rentable desde el punto de vista económico y cultural, porque es la única forma de que perdure. El patrimonio está para el disfrute del pueblo, y la empresa privada puede gestionar los espectáculos, el merchandising, los touroperadores..."






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